DIÁLOGO SOBRE LA
VUELTA A CLASE EN SEPTIEMBRE Y LA RATIO. Javier Cobos.
1. Lo primero, hay que garantizar la
seguridad sanitaria.
2. En un curso con unas condiciones
excepcionales, hay que invertir excepcionalmente: tiene que aumentar la
plantilla del profesorado y otros gastos como limpieza, mantenimiento,
reformas, etc.
3. La referencia debe ser la enseñanza
presencial, pero volver a “la vieja normalidad” es incompatible con la
seguridad sanitaria.
4. Hay que tener en cuenta las
realidades diferentes de infantil, primaria y secundaria para buscar soluciones
acertadas.
5. Los espacios que reúnen las
condiciones dignas para dar clase no se van a improvisar en un par de meses. La
mayoría de los centros educativos ya están al límite de ocupación, usando para
dar clases lugares diseñados para otras actividades. Aparte de las pocas
adaptaciones que se puedan hacer, hay que pensar otras alternativas.
6. Partiendo de las condiciones de
seguridad, de los espacios que hay y del aumento de presupuesto y de plantilla,
hay que sentarse a analizar las distintas opciones de organización que tenemos.
Todas tienen ventajas e inconvenientes; si se consigue dialogar sin
dogmatismos, probablemente nos acerquemos a una buena solución, o a la menos
mala. En ese diálogo es imprescindible tener en cuenta al profesorado, al
alumnado y a las familias.
Vamos a entrar en materia. Ya hemos planteado que la enseñanza
presencial es la referencia que todos los sectores preferimos. Pero volver a
“la vieja normalidad” con clases atestadas de alumnos es un riesgo evidente de
que aumenten los rebrotes, se cierren muchos centros y acabemos otra vez todos
o casi todos con la enseñanza a distancia todo el tiempo, opción que todos
coincidiremos en señalar como no deseable.
Así pues, mantener una ratio que garantice la seguridad sanitaria
implica que hay que repensar las otras variables: una vez que se garantice el
aumento de plantillas, asumamos la dificultad de que se doblen tal cual.
Incluso aunque se hiciera, el problema de espacios es insalvable: no podemos
estar todos en los mismos sitios y a las mismas horas. Necesariamente hay que
pensar en optimizar las aulas con turnos diferentes.
Otra cuestión fundamental: en cualquiera de las tres opciones
siguientes, el profesor no debería duplicar el trabajo en presencial y a
distancia, sino que haría la revisión de los ejercicios a través de internet y
avanzaría contenidos en la clase presencial. Es imposible mantener a la vez el
ritmo de trabajo online que se ha tenido en estos meses y el de las clases presenciales,
sería duplicar la jornada.
Opción 1: Dar clases presenciales
todos los días en turnos, unos de mañana y otros de tarde (preferentemente en
bachillerato, quizá en secundaria) Recordemos que el número de alumnos por
clase tiene que ser sustancialmente menor al de este curso. Si no se dobla el
presupuesto, aunque se aumente, habría que impartir menos horas diarias de
clase y el alumnado haría parte del trabajo en casa, pero se mantendría el
contacto diario con el instituto. Si se dan 4 horas en cada turno, sería pasar
de 6 horas al día a 8 en el total de los dos turnos, lo que implica aumentar un
33% la plantilla en las etapas en las que se aplique. El número de horas
presenciales de cada materia se reduciría proporcionalmente.
Opción 2: Dar clases todos los días en
dos turnos más cortos dentro de la mañana (preferentemente, quizá en infantil y
primaria) y que el alumnado hiciera una parte del trabajo en casa. Como en las
otras opciones, habría que escalonar las entradas y salidas, los recreos,
incorporar la limpieza en los huecos, etc. pero básicamente, podría ser un
primer turno de 3 horas con entradas escalonadas entre las 8 y las 8:30 y otro
entre las 11:30 a las 12.00 que acabaría entre 14:30 y 15:00, también
escalonado. El número de horas presenciales de cada materia se reduciría
proporcionalmente. Con esta opción también habría relación diaria con el
colegio. Si se dan 3 horas en cada turno, sería pasar de 5 horas al día a 6 al
en el total de los dos turnos, lo que implica aumentar un 20% la plantilla en
las etapas en las que se aplique.
Opción 3: Dar clases en días alternos
(preferentemente en bachillerato, quizá en secundaria) La propuesta de la
Comunidad Valenciana va en esta línea: “El aula se dividirá en dos grupos. Uno
de ellos acudirá una semana a clase los lunes, miércoles y viernes y el otro,
los martes y jueves. A la semana siguiente se invertirán de forma que reciban
la misma carga lectiva. El resto de días harán en casa las tareas que les
imponga el profesor.” Esta opción es la que menos repercutiría en las
plantillas y en el presupuesto, pero, como las otras, implicaría la reducción
del horario semanal del alumnado en cada materia, que sería mayor en este caso,
al suponer la mitad del tiempo.
Cada opción tiene sus pros y sus contras. Es el momento de hablar para
llegar a acuerdos, lo antes posible, es necesario planificar ya el comienzo de
curso.